Cuando la decoración es recopilación de recuerdos y objetos familiares.

Vivencias, sentimientos, recuerdos. Las antigüedades son una ventana al mundo emocional que nos acerca a esos preciosos momentos que guardamos en la memoria.

Los muebles son unos compañeros constantes en nuestra vida, desprendernos de su visión utilitaria nos lleva a apreciar su belleza y su carácter, y a entenderlos bajo una nueva luz.

La belleza de los objetos cotidianos en el olvido.

Las marcas de un viejo mueble son un rasgo difícil de replicar que se convierte en su mayor singularidad, un hallazgo afortunado cuando se pretende diseñar un espacio auténtico, acogedor y cercano.

Armarios olvidados en el desván, las mesas tocineras de la casa del pueblo o la mesita que usábamos de niños en el colegio. Objetos abandonados a su suerte y descartados por no adaptarse a la moda del momento, pero cuando las modas pasan estos objetos peculiares se quedan dando forma a escenarios únicos y maravillosos.

Cosas modestas, objetos comunes y ordinarios que usábamos constantemente, el tiempo se ha detenido para ellos.

Despojados de afecto cayeron en el descuido, pero ¿qué historias se esconden tras su abandono? Todo objeto tiene un rol y un significado antes de ser desahuciado por sus propietarios, ese misterio atrae y fascina a los que amamos los objetos vintage, enseres habituales que utilizábamos sin prestarles apenas atención y que una vez extinguidos se vuelven tan extraordinarios.

Un espacio que te regala una historia.

Cuando brota la vocación de buscar y buscar para ver que se atrapa, nace una colección que es un imán, una obsesión, un gran amor por los objetos vintage.

Antiguos útiles de trabajo, artesas, chibaletes, aros salvavidas… De estos y otros cachivaches está plagada una fantástica y vivida colección de objetos antiguos donde se conservan las piezas como están, intactas, sin disimular y sin adecentar su aspecto envejecido, donde cada rayón, cada muesca, cada pequeño agujero preserva la belleza de lo vivido, de lo usado.

Las abrasiones y los arañazos transmiten un mensaje, que los objetos no tienen una vida única, que guardan recuerdos y afectos, y sirven para diseñar espacios con los que conectamos.

Aquí, en la soledad de cada mueble se presiente un pasado, en una nave donde hasta el horizonte se archivan acontecimientos y capítulos de una vida.

Lo bonito de estar aquí y sentir que estamos en otra época, que cualquier objeto puede volver a servirnos porque representa un bonito recuerdo y merecen una nueva oportunidad.

Ven a descubrir ese mundo de los recuerdos olvidados.