Entre lo fastuoso y lo inquietante, el interiorismo se vuelve mágico.

Es asombroso contemplar la prontitud con que la naturaleza se apodera de los espacios vacíos y abandonados a su suerte por el hombre. Admirar cómo los arbustos arraigan en los cimientos y las enredaderas discurren por las brechas de las paredes, cómo el techo desprendido deja entrar los rayos de sol, sintiendo que hasta aquí llega el murmullo del río.

Beatnik West Town es un poco eso, un decorado fastuoso e inquietante. Parece un local arrasado que ha logrado salvar el derrumbe de su estructura y ha sido cubierto por un manto de plantas. En sus muros, se intuyen las llamaradas que desprendieron los azulejos de las paredes y dejaron en su esqueleto las señales de un gran siniestro.

Finas alfombras persas recubren ahora los suelos, espectaculares lámparas de lágrimas de cristal cuelgan del techo y preciosos muebles y antigüedades llenan el espacio; los azulejos han quedado desparejados y las paredes guardan la memoria de lo sucedido.

Un maravilloso restaurante resurge con el esplendor bucólico de una granja mediterránea, la colorida opulencia de la arquitectura morisca y la tropical exuberancia de Bali.

Beatnik West Town. Un restaurante ecléctico como no hay otro.

Su estética ecléctica es la armonía entre lo que vemos y lo que tomamos. Una amalgama de sabores audaces, combinaciones originales y presentaciones creativas inspiradas en la gastronomía de Asia, México, Medio Oriente o América del Sur, a las que el chef Marcos Campos incorpora sabores de su España natal.

Ecléctico, excéntrico y arrebatador. Bajo sus parasoles bordados o a la luz de sus farolillos, desde la comodidad de los almohadones mullidos, Beatnik nos invita a dar una pequeña vuelta al mundo a través de las elaboraciones de su carta, a la vez que contemplamos la osada arquitectura y el espectacular horizonte de Chicago, salpicado de rascacielos.

Siempre nos ha cautivado la magia que encierran los espacios olvidados o devastados. En ellos, percibimos un relato enardecedor, palpable o inspirador. Cuando se enaltecen con una estética señorial y majestuosa surge el interiorismo más glamuroso.

La grandeza de un diseño entre lo decadente y lo suntuoso.

Se siente una increíble carga sensorial en este lugar, transmitida por su vasta colección de antigüedades, muchas de ellas son piezas excepcionales que fueron cuidadosamente conservadas durante dos años y combinadas con otras piezas diseñadas a medida. Juntas, logran un espacio brillante que supera los límites del diseño maximalista.

Un diseño deslumbrante que incluye quince enormes lámparas de araña de cristal rescatadas del salón de baile del Century Plaza Hotel diseñado por Yamasaki en Los Ángeles, una fachada balinesa de cuarenta pies tallada en teca, un bar parisino Art Déco de la década de 1920, veinte farolas de Chicago de hierro fundido de la década de 1970, y una espesa vegetación recreada con cuatrocientas plantas naturales.

Bonhomme Hospitality Group es una compañía de desarrollo y gestión hostelera. Todos sus restaurantes cuentan con diseños espectaculares, lujosos y muy exclusivos. Y además de un diseño suntuoso, la humildad y la bondad, son el lema del grupo Bonhomme que toma su nombre de la calle donde creció Daniel Alonso, cofundador y socio gerente. En francés, ‘bonhomme’ significa bondadoso, esto les sirve como señal para permanecer humildes y no olvidar de dónde vienen.

© Beatnik West Town.

© Beatnik On The River.