Un showroom fascinante. El alma de una bella trapería.

En ocasiones un objeto atípico, pintoresco o estrambótico puede dar un toque único a un espacio.

Hay mucha belleza en los objetos más extravagantes.

En un mundo donde todo lo inimaginable existe, un negocio tiene que ser forzosamente «sui géneris» para llegar a alcanzar el éxito. Hay locales que son auténticos museos de coleccionismo de cosas raras, souvenirs extraños y objetos chocantes. Lugares un tanto curiosos que por bizarros y extravagantes, resultan sorprendentes y excepcionales.

Las creaciones más surrealistas y los objetos posibles e imposibles, pueden ser obras maestras por su peculiar belleza y su singular encanto.

Atiborrados y eclécticos, estos espacios resultan desconcertantes y fascinantes. Su interiorismo osado convierte a estos establecimientos en comercios realmente atractivos y sugerentes.

El alma del chamarilero. Una fascinante tienda de antigüedades.

Junto a las antigüedades, los enseres más originales y auténticos se amontonan por todos los rincones. Una chamarilería, un desván, un almacén del pasado. Nuestro showroom, guarda lo mejor de esos objetos humildes que siguen atesorando una fuerte carga simbólica, enseres que encierran tantos mundos…

La primera visita a este lugar resulta especial, un showroom lleno, abarrotado de recuerdos y de curiosidades. Es como subir por esas viejas escaleras de peldaños agrietados y abrir la puerta que da paso a lo desconocido, y que tantas veces nos negaron de niños. Dentro, en el desván, se agolpan multitud de escenas e imágenes vistas en el pasado. Son los objetos más humildes, desahuciados, raros o extravagantes. Un lugar para pasear sin hacer ruido, donde lo que ves nunca decepciona.

Una enorme nave donde aún resuenan el silbido del afilador recorriendo calles y callejuelas, la campanilla del teletipo que avisaba de la entrada de la gran noticia, el sonido de las teclas de una «Royal» al estrellar sus tipos contra el papel y algunas notas del viejo piano que todavía conserva en su interior mucha música. Ecos de antaño, quejidos de los viejos oficios.

De los cajones entreabiertos surgen escrituras y valiosos documentos notariales muy antiguos. En los baúles se mezclan las historias alegres y bulliciosas de la chiquillería, con las mutaciones geográficas y políticas; casi pulverizados conviven las láminas enrollables y los mapas de tela del viejo mundo.

Francisco Segarra, un coleccionista de objetos con valor sentimental e histórico, que nunca ha escondido su debilidad por las piezas auténticas. Un contador de historias, que vé donde otros no miran y halla la belleza de las piezas más maravillosas, para rescatarlas una a una. El alma de una bella trapería donde no se viene a buscar, si no a encontrar.