Un lugar, un viaje y un trayecto inverso.

Un lugar único en el mundo. Un viaje mágico con un trayecto inverso. El pasado, mi presente. Viajar es iniciar un camino y tomar todas las aventuras que vengan. Una parte de nuestra historia y también de Francisco Segarra comienza en los pueblos más bonitos del sur de Francia; tal fue su atractivo que el encanto de la campiña francesa despertó sus sentidos y la esperanza de una nueva vida.

Anticipándose a los sueños de los demás y con el ánimo de mil personas en una. Empezando de cero y levantándose cada día con una ilusión. Nadie ha vuelto a hacer algo así, la decoración vintage fue su gran sueño y sus viajes el deseo de rescatar uno a uno multitud de enseres hasta levantar un riquísimo patrimonio material de incalculable valor emocional y ornamental.

Diez años y muchas millas. El anhelo de volver atrás y un lugar para encontrar de todo.

De puertas a dentro… todo es fascinante y escaso.

Trastos viejos de un viejo desván. Polvo y tesoros ocultos. Un caudal que no brilla, pero irradia belleza y fascinación. Un gran repositorio de objetos de toda la vida, muebles y piezas de decoración bien escogidos y con un pasado glorioso.

Los objetos más inusitados pueden ser encontrados en este showroom… Te abrimos las puertas de nuestro museo privado. Ornamentos artesanales, objetos fascinantes y escasos y una evocadora decoración formada por el desorden.

Nos gusta tener cerca aquello que tiene una historia propia. Llenos de vivencias y muchas veces perdidos en un rincón estos objetos tienen la capacidad de crear interiores cultos y atmósferas cargadas de referentes.

Pasado, viejo amigo y siempre fuente de inspiración. Buscar, adquirir, atesorar. Un romance obsesivo, un impulso, la pasión por coleccionar implica una intensa inmersión sensible y sentimental, donde los objetos son un vínculo con la memoria y las experiencias vividas.

El tiempo se va, pero algo de él queda en todos esos objetos encontrados en los lugares más diversos del mundo. Una experiencia vital, un deseo de vencer al tiempo.

Arrancar algunas piezas es desprenderse de emociones y sentimientos, cortar el cordón umbilical es un pesar que solo el coleccionista conoce.

La pasión por la estética vintage.

A finales de septiembre cuando la tierra huele a lluvia y las hojas de los viñedos presentan un dulce tono azafranado, en campos de castillos y paisajes que parecen sacados de un cuento, Francisco Segarra halló un lugar que puede vivirse de maneras distintas, pero donde los amantes de las antigüedades encuentran un disfrute único.

Una finca peculiar repleta de muebles, luminarias, posters y quincalla. Una brocantería local donde husmear y rebuscar, y donde Francisco Segarra encontró su verdadero tesoro, una pasión que aún le acompaña.

Entre tanto cachivache esparcido por todas partes al aire libre no fue difícil encapricharse de algunos objetos. Sillas Tolix amontonadas, lámparas Jieldé disgregadas en la hierba, sillones de cuero de los años cincuenta… primeras adquisiciones y una inquietud que ha culminado en arte.

La apariencia de la vida. La corrosión, la erosión y todos esos estigmas que incitaron en los objetos el olvido de su textura original provocaban asombro y escepticismo. Algunos descubrimos en las antigüedades ese amor verdadero que surge cuando aprendemos a amar los defectos.

El recuerdo de aquellos días es ahora un espacio de culto a la decoración vintage. Aquí habita la memoria y hasta aquí bajan las musas a susurrar ideas cada día. Los cajones de los muebles aún conservan el olor a perfume y los escritorios guardan misivas sin remitente.

Sólo si vienes sentirás porque este es un lugar único en el mundo. Un viaje mágico con un trayecto inverso. El pasado, mi presente.